Los domimgos de resaca tan asiudos en el sofá de mi piso, no serían lo mismo sin los experimentos de El sobrino del profesor Frostokin y sin las risas con las frases tan cañeras de los críos. Pablo, eres único!!
Por cierto, estamos enamoradas del kioskero de Barrio Sésamo, es tan...inocente...
Una resacosa desde Bilbao (y no, yo no me kede dormida en las cataratas del Niagara)
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